martes, 2 de agosto de 2011

Política Orwelliana

ADVERTENCIA: El siguiente texto está basado en 1984, el libro escrito por George Orwell. Se recomienda haberlo leído para comprender mejor el concepto.

Los párrafos extraídos del libro se utilizan para mostrar coincidencias.

Estas coincidencias no necesariamente son exclusivas de este gobierno.


Hace tiempo, cuando algunos comentaban que el gobierno de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández tenían un accionar goebbeliano, terminé encontrando coincidencias que me hicieron pensar que en realidad era un accionar orwelliano. Revisando 1984 encontré las siguientes coincidencias.



Dentro del piso una voz llena leía una lista de números que tenían algo que ver con la producción de lingotes de hierro.

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A la espalda de Winston, la voz de la telepantalla seguía murmurando datos sobre el hierro y el cumplimiento del noveno Plan Trienal.


Típico discurso donde se cuenta lo bien que va el país y como aumentó la producción o disminuyó el desempleo. Está bien, es algo que cualquier gobierno hace y si el dato es cierto no es algo malo.



El Ministerio de la Verdad —que en neolengua (La lengua oficial de Oceanía) se le llamaba el Minver— era diferente, hasta un extremo asombroso, de cualquier otro objeto que se presentara a la vista.


Esa es una modalidad bastante nueva, quizás originada en la dirección de internet que usa cada ministerio. Un ejemplo es el Ministero de Planificación Federal que, como vemos en la imagen tomada del sitio oficial, se identifica como MinPlan.





Trató de exprimirse de la memoria algún recuerdo infantil que le dijera si Londres había sido siempre así. ... Pero era inútil, no podía recordar: nada le quedaba de su infancia excepto una serie de cuadros brillantemente iluminados y sin fondo, que en su mayoría le resultaban ininteligibles.


Eso pasa siempre. El gobierno olvida su pasado menemista y duhaldista. Olvida su pasado privatizador. La única verdad es el presente y el pasado es esa mancha borrosa.



Tomó de un estante una botella de un líquido incoloro con una sencilla etiqueta que decía: Ginebra de la Victoria.

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Winston sacó un cigarrillo de una cajetilla sobre la cual se leía: Cigarrillos de la Victoria


Bueno, que quieren que les diga. Todo lo que producían se llamaba "de la Victoria". Más coincidencia que eso sería que hubiera sido "para todos".



Como de costumbre, apareció en la pantalla el rostro de Emmanuel Goldstein, el Enemigo del Pueblo. Del público salieron aquí y allá fuertes silbidos. ... Goldstein era el renegado que desde hacía mucho tiempo (nadie podía recordar cuánto) había sido una de las figuras principales del Partido, casi con la misma importancia que el Gran Hermano, y luego se había dedicado a actividades contrarrevolucionarias, había sido condenado a muerte y se había escapado misteriosamente, desapareciendo para siempre.

Los programas de los Dos Minutos de Odio variaban cada día, pero en ninguno de ellos dejaba de ser Goldstein el protagonista. Era el traidor por excelencia, el que antes y más que nadie había manchado la pureza del Partido. Todos los subsiguientes crímenes contra el Partido, todos los actos de sabotaje, herejías, desviaciones y traiciones de toda clase procedían directamente de sus enseñanzas. En cierto modo, seguía vivo y conspirando.

Quizás se encontrara en algún lugar enemigo, a sueldo de sus amos extranjeros, e incluso era posible que, como se rumoreaba alguna vez, estuviera escondido en algún sitio de la propia Oceanía.

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Goldstein pronunciaba su habitual discurso en el que atacaba venenosamente las doctrinas del Partido; un ataque tan exagerado y perverso que hasta un niño podía darse cuenta de que sus acusaciones no se tenían de pie, y sin embargo, lo bastante plausible para que pudiera uno alarmarse y no fueran a dejarse influir por insidias algunas personas ignorantes. Insultaba al Gran Hermano, acusaba al Partido de ejercer una dictadura y pedía que se firmara inmediatamente la paz con Eurasia. Abogaba por la libertad de palabra, la libertad de Prensa, la libertad de reunión y la libertad de pensamiento, gritando histéricamente que la revolución había sido traicionada.


Esto es claramente lo que hace 6-7-8. Reemplacen en la cita el nombre de Emmanuel Goldstein por el de Héctor Magnetto y Gran Hermano por El Modelo y todo coincide. La gran diferencia es que 6-7-8 dura más que los dos minutos que le brindaba el partido a los habitantes de 1984.



Más allá de los años cincuenta y tantos —final de la década— todo se desvanecía. Sin datos externos de ninguna clase a que referirse era imposible reconstruir ni siquiera el esquema de la propia vida. Se recordaban los acontecimientos de enormes proporciones —que muy bien podían no haber acaecido—, se recordaban también detalles sueltos de hechos sucedidos en la infancia, de cada uno, pero sin poder captar la atmósfera. Y había extensos períodos en blanco donde no se podía colocar absolutamente nada.


Esto viene pasando, por ejemplo, cuando se ignora que la lucha por los derechos humanos comenzó apenas asume Alfonsín en 1983 en su pimera aparición pública como presidente rodeado de las Madres y se crea la Conadep y no en el 2003.

También sucede cuando de los gobiernos de Perón, referencia natural, también se recuerdan en pequeños pantallazos sin entrar en mucho detalle.



El Partido dijo que Oceanía nunca había sido aliada de Eurasia. Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia cuatro años antes. Pero, ¿dónde constaba ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo caso, iba a ser aniquilada muy pronto.
Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. «El que controla el pasado —decía el slogan del Partido—, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado.» Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban «control de la realidad». Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar.


No hay un país que haya sido amigo y ahora enemigo, pero el concepto sí es válido.

Se hablan pestes de "los '90" y del gobierno de Menem -aunque ahora no tanto-, pero en esos años el fallecido Néstor apoyaba la privatización de YPF y declaraba a viva voz que el turco era el mejor presidente que habíamos tenido en toda la historia.

Tampoco hay referencias sobre la amistad y cooperación de Clarín, el mayor enemigo que tienen en estos momentos.

La única verdad es la que dicta el gobierno, el resto es destituyente.



Winston dejó caer los brazos de sus costados y volvió a llenar de aire sus pulmones. Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doplepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Ésta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender la palabra doblepensar implicaba el uso del doblepensar.


Hay que tachar de este párrafo lo de "la democracia es imposible", pero las contradicciones existen dentro del gobierno y en sus adyacencias. Carta Abierta criticando a 678 después de haber sido parte del programa en incontables ocasiones es uno de los últimos ejemplos.



El pasado, pensó Winston, no sólo había sido alterado, sino que estaba siendo destruido. Pues, ¿cómo iba usted a establecer el hecho más evidente si no existía más prueba que el recuerdo de su propia memoria? Trató de recordar en qué año había oído hablar por primera vez del Gran Hermano. Creía que debió de ser hacia el sesenta y tantos, pero era imposible estar seguro. Por supuesto, en los libros de historia editados por el Partido, el Gran Hermano figuraba como jefe y guardián de la Revolución desde los primeros días de ésta. Sus hazañas habían ido retrocediendo en el tiempo cada vez más y ya se extendían hasta el mundo fabuloso de los años cuarenta y treinta cuando los capitalistas, con sus extraños sombreros cilíndricos, cruzaban todavía por las calles de Londres en relucientes automóviles o en coches de caballos —pues aún quedaban vehículos de éstos—, con lados de cristal. Desde luego, se ignoraba cuánto había de cierto en esta leyenda y cuánto de inventado.


No se llega a querer editar libros de historia, pero los discursos y los medios afines nos hablan de los capitalistas que nos dominaron durante tanto tiempo. Hay algo de cierto y algo de inventado, pero cada vez nos cuesta más encontrar el limite entre una cosa y otra.



Winston pidió por la telepantalla los números necesarios del Times, que le llegaron por el tubo neumático pocos minutos después. Los mensajes que había recibido se referían a artículos o noticias que por una u otra razón era necesario cambiar, o, como se decía oficialmente, rectificar. Por ejernplo, en el número del Times correspondiente al 17 de marzo se decía que el Gran Hermano, en su discurso del día anterior, había predicho que el frente de la India Meridional seguiría en calma, pero que, en cambio, se desencadenaría una ofensiva eurasiática muy pronto en África del Norte.

Como quiera que el alto mando de Eurasia había iniciado su ofensiva en la India del Sur y había dejado tranquila al África del Norte, era por tanto necesario escribir un nuevo párrafo del discurso del Gran Hermano, con objeto de hacerle predecir lo que había ocurrido efectivamente. Y en el Times del 19 de diciembre del año anterior se habían publicado los pronósticos oficiales sobre el consumo de ciertos productos en el cuarto trimestre de 1983, que era también el sexto grupo del noveno plan trienal. Pues bien, el número de hoy contenía una referencia al consumo efectivo y resultaba que los pronósticos se habían equivocado muchísimo. El trabajo de Winston consistía en cambiar las cifras originales haciéndolas coincidir con las posteriores.

Por ejemplo, las predicciones del Ministerio de la Abundancia calculaban la producción de botas para el trimestre venidero en ciento cuarenta y cinco millones de pares. Pues bien, la cantidad efectiva fue de sesenta y dos millones de pares. Es decir, la cantidad declarada oficialmente. Sin embargo, Winston, al modificar ahora la «predicción», rebajó la cantidad a cincuenta y siete millones, para que resultara posible la habitual declaración de que se había superado la producción. En todo caso, sesenta y dos millones no se acercaban a la verdad más que los cincuenta y siete millones o los ciento cuarenta y cinco. Lo más probable es que no se hubieran producido botas en absoluto. Nadie sabía en definitiva cuánto se había producido ni le importaba. Lo único de que se estaba seguro era de que cada trimestre se producían sobre el papel cantidades astronómicas de botas mientras que media población de Oceanía iba descalza. Y lo mismo ocurría con los demás datos, importantes o minúsculos, que se registraban. Todo se disolvía en un mundo de sombras en el cual incluso la fecha del año era insegura.


Acá entra Guillermo Moreno y los dibujos del INDEC como mayor referencia. Aunque el pasado menemista y/o duahldista de casi todos los integrantes del kirchnerismo también se elimina de la historia.

Muchos anuncios son estadísticas mostradas de forma de quedar como los salvadores del planeta. Para comprobar como se puede decir algo sin mentir, pero acomodándolo a los intereses propios, les recomiendo el sitio http://www.chequeado.com.



El Departamento de Registro, después de todo, no era más que una simple rama del Ministerio de la Verdad, cuya principal tarea no era reconstruir el pasado, sino proporcionarles a los ciudadanos de Oceanía periódicos, películas, libros de texto, programas de telepantalla, comedias, novelas, con toda clase de información, instrucción o entretenimiento. Fabricaban desde una estatua a un slogan, de un poema lírico a un tratado de biología y desde la cartilla de los párvulos hasta el diccionario de neolengua...Y el Ministerio no sólo tenía que atender a las múltiples necesidades del Partido, sino repetir toda la operación en un nivel más bajo a beneficio del proletariado. Había toda una cadena de secciones separadas que se ocupaban de la literatura, la música, el teatro y, en general, de todos los entretenimientos para los proletarios. Allí se producían periódicos que no contenían más que informaciones deportivas, sucesos y astrología, noveluchas sensacionalistas, películas que rezumaban sexo y canciones sentimentales compuestas por medios exclusivamente mecánicos en una especie de calidoscopio llamado versificador Había incluso una sección conocida en neolengua con el nombre de Pornosec, encargada de producir pornografía de clase ínfima y que era enviada en paquetes sellados que ningún miembro del Partido, aparte de los que trabajaban en la sección, podía abrir.


No es obra directa del gobierno, pero los afines al gobierno producen periódicos, películas, libros de texto, programas, comedias, novelas de la misma forma que lo hacía Gran Hermano. Quizás Orwell tiene una visión más chabacana de lo que producía el gobierno, pero el concepto es válido. Ah, Pornosec todavía no tenemos.



Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos.

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En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bueno», ¿qué necesidad hay de la contraria, «malo»? Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no. Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra «bueno», ¿qué sentido tienen esas confusas e inútiles palabras «excelente, espléndido» y otras por el estilo? Plusbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y dobíeplusbueno sirve perfectamente para acentuar el grado de bondad. Es el superlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero en la versión final de la neolengua se suprimirán las demás palabras que todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá expresarse con seis palabras; en realidad una sola.

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¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabamos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundados eliminados y olvidados para siempre?


Acá el primero que habló en neolengua fue Cobos. Cuando en lugar de decir que el voto era negativo dijo que no era positivo, eliminando un concepto con la negación del concepto contrario.
6-7-8 también entra a ayudar a dar forma a la neolengua cuando se simplifican las palabras y hasta en los zócalos aparece que la "opo" y la "corpo" estan en contra del gobierno "nac&pop".


¡Camaradas! exclamó una voz juvenil y resonante. ¡Atención, camaradas! ¡Tenemos gloriosas noticias que comunicaros! Hemos ganado la batalla de la producción. Tenemos ya todos los datos completos y el nivel de vida se ha elevado en un veinte por ciento sobre el del año pasado.

Esta mañana ha habido en toda Oceanía incontables manifestaciones espontáneas; los trabajadores salieron de las fábricas y de las oficinas y desfilaron, con banderas desplegadas, por las calles de cada ciudad proclamando su gratitud al Gran Hermano por la nueva y feliz vida que su sabia dirección nos permite disfrutar. He aquí las cifras completas. Ramo de la Alimentación...
La expresión «por la nueva y feliz vida» reaparecía varias veces. Éstas eran las palabras favoritas del Ministerio de la Abundancia.


Este gobierno también se caracterizó por las marchas de apoyo con banderas desplegadas para mostrar lo felices que eran.

Y tal cual pasó toda la vida, esas movilizaciones espontáneas tenían cientos de colectivos que los llevaban a Plaza de Mayo.



El libro es mucho más extenso y hay cientos de referencias que no corresponden al accionar del gobierno. También se pueden encontrar muchas coincidencias con otros gobiernos, incluso los Estados Unidos se han comportado muy orwellianos en la forma de controlar a los ciudadanos en pos de combatir el terrorismo.

Quizás si me pusiera a analizar el accionar de Macri o de Rodríguez Saa también podría encontrar coincidencias.

Esto significa que no estoy diciendo que vivamos en el mundo de 1984, solamente encontré coincidencias y me pareció interesante escribir en un blog.